lunes, 16 de marzo de 2015 0 comentarios

Diles algo, Toñín



Diles algo, Toñín. Algo más que palmadas en la espalda, abrazos a tutiplén y sonrisa profident, que en ese plan te llevan viendo años y no van a saber si interpretarlo como señal preelectoral o tu natural estado de gracia. Diles algo, Toñín, que cuando venías algún día de Pucela tanto cariño pasaba por normal, pero ahora que vas a estar a diario queda tan forzado como esas encuestas que para garantizarte un gobierno en mayoría te obligarían a pactar con al menos dos fuerzas políticas. Vosotros, tan acostumbrados a la mayoría... Diles algo, Toñín, que conociéndolos se han pasado toda la tarde del domingo intrigando a golpe de whatsapp con que no entienden nada, ni al partido, ni a Herrera ni a D’Hondt, que ellos sacaron 15 concejales y ahora dicen que no pasáis de 8… y que Gutiérrez lo valía, aunque todavía no haya encontrado entre los emoticonos uno con cara de póquer.

Diles algo, Toñín, que están en un sinvivir, que el cuerpo no aguanta tantos días con la tensión alta, que quieren saber qué va a ser de ellos. Diles algo, Toñín, que caído en desgracia el number one y desaparecida la segunda que siempre fue la primera, se barrunta guadaña salvando algunos tropezones. Diles algo, Toñín, si ser primo de Rajoy vale para algo más que para compartir apellido o para soplarle al presidente a la oreja que lo del cambio climático es pura fantasía. Diles algo, Toñín, dile a la concejala de Urbanismo si te gustan las envolventes materiales o dialécticas, porque decir que se está a disposición del partido “al cien por mil” no deja de ser una envolvente, y si va a poder terminar de empezar la obra de la Plaza del Grano ella, o le va a quedar a otro. Diles algo, Toñín, dile al portavoz si cuentas con él para la “renovación” de tu lista o no, que tampoco lleva tantos años entre el Ayuntamiento, la Diputación y las Cortes, solo veinte. Diles algo, Toñín, al concejal de Cultura que ha (des)hecho varias de las pocas cosas que había o al joven que malician es pura ambición, medio mandato con intrigas, como si fuera exótico llevar concejalías como Tráfico o Policía haciendo eses y metiéndosela a quien se pueda. Diles algo, Toñín, dile al concejal de Jardines si con un papón de 2 ya te llega, o si te cabe otro en la terna, en plan comodín, porque Cayón lo mismo vale para tertuliano que para rey mago, y porque todavía no ha explorado el mundo de la canción o la danza, pero todo será proponérselo.

Diles algo, Toñín, lo que sea, pero diles algo. Y sigue riéndote, que no es para menos con semejante cuadro.
lunes, 9 de marzo de 2015 0 comentarios

Mentiras en la alameda


El primer alcalde de la democracia de Ponferrada dijo hace no mucho, tras años sin hacer ninguna aparición pública, que le había dolido que se talara la alameda que mandó plantar en el Parque de la Concordia. Sus dieciséis años como alcalde terminaron con las mudas y mudanzas de algunos, porque a la ciudad del dólar le quedaban polígonos y solares en los que prometía circular copiosa y espléndida la moneda nacional. Veinte años no es nada, qué febril la mirada… cantaba Gardel, y si algunos mirasen (o se mirasen) en la hemeroteca, reconocerían a jóvenes tránsfugas, prometedores recalificadores y empresarios dispuestos a casi todo sin el casi. Como si en veinte años todo hubiese sido de mentira.

La figura de Celso López Gavela coge peso con los años en el imaginario popular. A ello contribuyen los posibles/presuntos méritos de sus sucesores, méritos desvanecidos en líos diversos o tan paupérrimos que cuesta ver alguno. Cual alegoría precaria, la ciudad del carbón y la electricidad hoy tan en decadencia dedicaba hace unos meses el llamado “Puente de los Faraones” a su antiguo alcalde, López Gavela, que mandó hacerlo, como si el destino le hubiera reservado un rango parecido a un faraón en una política local de zombis, paniaguados y conseguidores. A lo mejor a López Riesco le ha dado por pensar que al del centenario algún día lo bautizarán con su nombre…

Salvador Allende dijo en su último discurso que algún día se abrirían las grandes alamedas para que por ellas pasara el hombre libre, y ni por verdad se pueden tomar los últimos momentos del presidente de Chile, de quien hasta hace poco se dijo que había sido asesinado, porque venía mejor en la glosa del mito, pero investigaciones y testimonios lo apuntan como mentira, pues todo parece indicar que se suicidó mientras aviones y tanques atacaban el Palacio de la Moneda y al él se le rompían sus gafas de pasta negra.

En mi pueblo se plantó una alameda en los alrededores de la iglesia que un cura de infausto recuerdo se empeñó en construir en medio de una vega de prados. Como debió ser antes el milagro que la especulación, luego de la iglesia se hicieron las calles y brotaron como setas los edificios de viviendas. Hace no mucho, como un símbolo de los tiempos, algunos de esos álamos se talaron, porque aquí y allá se lleva más el tronche que el brote. Y aunque aquel cura y aquel alcalde murieran sin verlos crecer y dar sombra a un templo tan desmesurado como sus ínfulas, esa tala es prototipo de otros desbroces que nunca han dejado de existir. 

La censura, por ejemplo, que lo es cuando alguien altera ligera o completamente una opinión, esfumando cuatro palabras que cree molestas para tal o cual jefe, y te preguntas entonces qué diferencia hay entre estos y aquellos, los denostados a los que ahora nadie conoció, el constructor analfabeto y su troupe de aquella Ponferrada del principio, y como dijo Groucho Marx uno “jamás pertenecería a un club que me admitiera como socio”.
lunes, 2 de marzo de 2015 0 comentarios

Fantasmas



En la Carrera de San Jerónimo el debate es berrea, pese a que los únicos animales reconocidos sean los dos leones de la puerta, que llevan siglo y medio viéndolas venir. El parlamentarismo, los representantes del pueblo y demás peroratas pomposas con que se adornan, terminan en espectáculo insípido entre dos señores que cuando agotan los mensajes empaquetados pasan a la bronca. Y viene el “patético” y etcétera. En el debate aparecen los que están sin estar, se cuelan y deambulan por los discursos como fantasmas: Zapatero y la herencia, los de Podemos, Susana Díaz, Bárcenas y los mensajitos… para rellenar lo que no pasa de ser una cita inútil, fijada en el calendario a conveniencia, con telediarios y portadas martilleando con que hemos sido fantásticos por no haber pedido el rescate, aunque no sea verdad, y que vamos a serlo todavía más creando tres millones de empleos, aunque tampoco vaya a serlo. La moderadora mata el rato jugando al Candy Crush.

Los jarrones chinos son también inútiles, y ya dijo Felipe González que algo así son los ex presidentes, por eso estorban en todas partes. Zapatero acaba de visitar Cuba, donde se ha visto con el presidente Raúl Castro. El gobierno se mosquea y le dice desleal. Como hasta la primavera no empieza la temporada de pesca, y aunque las intrigas de partido ocupan lo que uno quiera dedicarles, no debe saber qué hacer con tanto tiempo libre. Ser hombre de dilema tiene estas cosas. Si coges un avión, terminas en Guinea Ecuatorial con Bono y Moratinos y te dicen que ahí manda uno de los peores dictadores, por mucho que te trate a cuerpo de rey. Si te quedas en Madrid, te invita Bono a cenar a casa y te encuentras en la mesa a Pablo Iglesias, el vivo, no el que mira desde su retrato en las sedes del PSOE, inmóvil, no se sabe si por no dar crédito a qué se ha convertido el partido que fundó, o por si pudiera ir con él también aquello de “el que se mueva no sale en la foto”.

Zapatero debería retomar la idea de volver a León, aunque lo de su chalet a medio hacer sea para pensárselo, porque aquí la cosa está tranquila. En el PSOE, al menos en lo que se refiere a los cabezas de cartel. Otra cosa son las listas. Porque en el PP, ni los primeros lo terminan de ver. En Ponferrada, Morala va a la procesión, que vaya, que las campanas ya las va a tocar otra. En León, a Gutiérrez le dicen adiós minándole con encuestas por derribo, el desastre del personal y sus promesas incumplidas. Muchas sombras y pocas luces las de los fantasmas.
lunes, 23 de febrero de 2015 0 comentarios

Nada nuevo



Es preocupante, aunque no sea nada nuevo, que la sociedad acepte tantas cosas, como esos cantos de sirena acerca de la estabilidad que generan un estado de bienestar ilusorio, obstinado en distraer con milongas para relegar la atención sobre derechos y deberes ciudadanos que, si se hubieran ejercido en los penúltimos tiempos, los últimos no serían tan ruinosos ni aborrecibles en corrupciones y corruptelas, cuya vulgaridad, pena da decirlo, no desmerece frente a la de la propia sociedad.

Cual síntoma, cual problema, no se sabe si fue primero el huevo o la gallina, es decir, si los maniobreros en jefe y los dóciles que aquéllos utilizan copan los aparatos de los partidos políticos, o si es la configuración de los propios partidos la que ha hecho de ellos su génesis. Una parte importante de la sociedad reclama nuevos aires y nuevas prácticas, pero nada cabe esperar de bodegas con tanta cosecha añeja, avinagrada y picada.

Seña de identidad es la arenga única como decálogo preestablecido, cual oración que el cura reza desde el altar mientras los devotos sisean hasta el amén. Se vota, solo de vez en cuando y siempre a guión cerrado, convirtiendo el derecho y la consulta en una simple operación matemática. En tal esquema, los que se salen del redil son desechados por inservibles a la causa, con gestos adustos o el vacío como ridícula condena. A los que cortan el bacalao no les gustan las ideas discordantes, y mucho menos la existencia de opciones distintas. La suya es su opción y “la opción”, la única, la que vale, y el resto si las hay son “las otras”, sin más. Sea como sea, cualquier movimiento en dirección alternativa se toma como amenaza para las acomodadas redes clientelares, los intereses inconfesables, la pérdida de control de los que se han ido de la política pero se quedan y, en general, esa corrupción ética que va de la mano de todas las materiales. La estabilidad, palabra tan parecida al establishment.

Nada nuevo. El tan invocado Ortega y Gasset, en su famosa conferencia de 1914 en el Teatro de la Comedia, titulada ‘Vieja y nueva política’, dejó dicho, entre otras cosas, que “las nuevas generaciones no entran en la política […] advierten que son extrañas totalmente a los principios, a los usos, a las ideas y hasta al vocabulario de los que hoy rigen los organismos oficiales. ¿Con qué derecho se va a pedir que lleven, que traspasen su energía, mucha o poca, a esos odres tan caducos, si es imposible toda comunidad de transmisión, si es imposible toda inteligencia?”
lunes, 16 de febrero de 2015 0 comentarios

El can-oso de Prioro



Tal vez no la hayan visto, pero la imagen de satélite de la Península Ibérica en pleno temporal que ha circulado estos días por las redes sociales tiene su aquel. Las cordilleras y sierras que nos enseñaban en los mapas en aquellos días azules de pupitre y cuaderno aparecen completamente blancas, como rasgaduras de un papel hecho jirones. No se trata de una metáfora acerca de la evolución del país, aunque podría serlo, pero a riesgo de ser tachado de antiespañol por cualquier venido a menos (tipo José Bono) o de izquierdista extremo, uno se cura en salud, que para descosidos de mapa ya están otros que se llevan sus costuras a Liechtenstein o Andorra. Por este lado se estila más el divorcio autonómico –más tirando a ralentí que a exprés–, que a punto está alguno, ya verán, de convertirse al leonesismo de boquilla a lo bisiesto; ya saben, cada cuatro años.

Así que, desde el espacio, el temporal carga más en algunos puntos que en otros. En Cataluña que si Pujol y otros parentescos, en Asturias entre Villa, la jubilación electoral de Cascos y el escándalo del sobrecoste de El Musel, y en Andalucía entre elecciones anticipadas y detenciones en diferido. El temporal de Madrid lanza en tranvía a Tomás Gómez, aunque el ‘pim-pam’ de Carmona no se entendiera hasta el día siguiente como un jaque mate que, además de llevarse por delante al rey abdicado sin corona de Parla, tiene toda la pinta de cargarse también al propio Carmona, príncipe de la capital y valido de las tertulias.

Cuando uno mira estos días alrededor, se pregunta si todo ha caído del cielo. Y no solo por la nieve. A Monedero le cayeron 425.150 euros en Venezuela, cuya mitad se le olvidó que tenía que pagar al fisco, y las portadas y tertulias se inundan con el asunto, que es feo. Sobre todo porque para juntar tal saldo en cuenta necesita hasta el rey casi dos años con sus 234.204 de retribución, al -20% que ha tenido a bien recortarse. (A propósito: el salario mínimo interprofesional en 2015 son 648,60 euros. Gracias y de nada).

Las cordilleras nevadas, las mesetas salpicadas como si la nieve fuera azúcar glass en un bizcocho regado por mares picados y sobrevolado por nubes que vienen y van. Ni rastro de la lista Falciani, las supuestas filtraciones de Montoro, la pasta de Monedero, la minería, Antibióticos, Everest. Por no ver, no se ve ni la cabeza del can-oso de Prioro, vendido por oso hasta que resultó ser can. Como gato por liebre. Es el destino leonés, ¿o ya nadie se acuerda del topo de la catedral?
 
;